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Glándula Pineal, Amanita Muscaria, Flúor y Wilhelm Reich

28 Nov

Representaciones medievales de Adán, Eva, la serpiente y el «Árbol del Conocimiento»: más claro echale Amanita Muscaria…

por Rimizak Ytilatromni

«Then another tomorrow
They never told me of
Came with the abruptness of a fiery dawn
And spoke of Cosmic Equations:
The equations of sight-similarity
The equations of sound-similarity
Subtle Living Equations
Clear only to those
Who wish to be attuned
To the vibrations of the Outer Cosmic Worlds.»

 Sun Ra

Es un hecho que la incorporación de flúor (fluoruro de sodio obtenido mediante la compra de desechos químicos industriales) en el agua potable, propicia la calcificación de ciertas zonas del cuerpo; atrofiando arterias y específicamente el normal funcionamiento de la glándula pineal, lugar donde se condensa la mayor cantidad de fluoruro del cuerpo, por ende una óptima producción de melatonina, sustancia que generamos con propiedades anticancerígenas y que se relaciona directamente con el retarde del envejecimiento. ¿Cual sería entonces la importancia estratégica de dicha calcificación a través del agua?, revisemos algunas propiedades y alcances representacionales de la glándula pineal:

-Regula nuestro ciclo circadiano, es decir es nuestro reloj biológico.

-Gracias a sus pequeñas secreciones[1] de DMT (dimetiltriptamina) lanzadas cuando dormimos, nos otorga la capacidad de soñar, de visualizar nuestro imaginario.

-Cuando el ser humano muere esta glándula desprende todo su DMT, habitación del alma según René Descartes abre sus puertas, lanzándonos a surfear por la geometría sagrada del cosmos. Esta glándula es la puerta por la que nuestra consciencia deja el envase-cuerpo, y vice-versa,  como dice el psicólogo David Wilcock “centro fisiológico, punto de acceso entre el cuerpo astral, que flota por ahí afuera y el cuerpo físico”[2].

-Se origina ex-nihilo en el día 49 de gestación del feto, a diferencia de las otras partes del cuerpo que conllevan un proceso de desarrollo, mismos 49 días que los budistas tibetanos en el Libro de los Muertos afirman, el alma vaga por el Bardo antes de la reencarnación. En diversas religiones se simboliza mediante una piña.

-El DMT, compuesto que secreta la glándula pineal, también conocido como molécula espiritual[3], está presente en preparaciones de la ayahuasca, así como en el hongo amanita muscaria (el hongo de los Pitufos, de la pócima de Alicia), este hongo se conecta directamente con el origen de la religiones; en la India es reconocido en los textos de los Vedas (recolectores nómades) como el SOMA (un dios en sí mismo, un enteógeno), volvemos a encontrarlo en representaciones pictóricas del árbol del conocimiento del bien y el mal de Adán y Eva[4], en iglesias del periodo románico; también observamos que el corte quirúrgico de la glándula pineal en dos, nos da como resultado el símbolo del Ojo de Horus.

-Otras cualidades de este tercer ojo[5], son poseer capacidades de recepción de información, sensibilidad al electromagnetismo, capacidades como la intuición, la telequinesis, la teletransportación (es decir salir y volver al envase-cuerpo) están ligadas a ella, así como poseer amigos imaginarios durante la infancia (al tener una dimensión de visión ampliada), antes claro está, que se calcifique, ayudada por el flúor.

Yo, hasta el momento de mi experiencia con Amanita Muscaria nunca me había detenido en la glándula pineal, y no veo por qué la gente habría de detenerse en algo que no ha experimentado, que no ha vivido a cabalidad, sino sólo a gotitas (al soñar), capacidad incomprensible. ¿Por qué, para qué el ser humano posee la capacidad de soñar?, a la cual estamos acostumbrados. Yo, después de vivenciar la real capacidad de esta glándula, no puedo con el lenguaje –sin caer en lugares comunes—describir todo lo sucedido, la sensación más aguda con la que desperté esa mañana, era que nada de lo que había vivido el día anterior es posible sin la existencia de una inteligencia superior,  intuición que –sorprendentemente para mí—Terence Mckenna articula, sosteniendo que el hongo muscaria es, ni mas ni menos que un dispositivo de bioingeniería[6]. Sobre los efectos en la percepción sólo diré que es una fiesta para las capacidades reflexivas del pensamiento, no digo que sea un lindo viaje, sino una fiesta tan brillante como oscura, tanto en la etapa despierta, ¿será eso la cuarta dimensión?, como en la etapa del sueño, de un sueño consciente, lúcido, en donde el pensamiento asciende a medida que deja atrás los miedos y descifra los enigmas, lenguaje que al acabarse las preguntas, al descifrarse los enigmas-enseñanzas del camino, termina rompiendo la dualidad pregunta-respuesta, para terminar en la etapa final transformado en un zumbido-vibración atravesando el espacio-materia, la cual puede ser manipulada en intensidades de frecuencias, iniciando así un nuevo viaje. Durante la experiencia creo haber hecho todas la preguntas que necesitaba ¿pero a quien?[7], y recibir respuestas a cabalidad, no sé si algún día sea necesario volver a esos territorios, quizás sea temor, cabe decir que he conocido personas que han probado amanita muscaria pero no son capaces de articular una narración de lo sucedido, yo a veces digo: al final Dios (o como quiera que se llame ese tío) está a menos de 10 centímetros de la punta de la nariz de cualquiera.

Asombrosa semejanza entre el Ojo de Horus y el corte longitudinal de la glándula pineal, junto a diferentes representaciones de la corteza de piña, en referencia a dicha glándula, en el Vaticano, el Budismo, la Masonería y relieves de Sumeria antigüa…

Wilhelm Reich fue un investigador multidimensional, inventor, médico, psiquiatra y psicoanalista que ideo una sencilla manera de aislar y almacenar el campo de energía vital del ser humano, definido por culturas y filósofos como prana, ki, élan vital, en un dispositivo que llamó acumulador de orgone, energía descubierta al percatarse que el cuerpo tanto en el sexo como en la respiración funciona mediante ciclos de tensión/liberación. Según sus postulados enfermedades como el cáncer son producidas por una supresión de los instintos naturales, por una dolencia sistemática, un bloqueo causado por la frustración crónica de dicha energía, de dicho instinto natural, que a la larga se vuelve crónico, es decir que el cáncer es un biopatía que no se genera en tejidos sanos, sino en tejidos enfermos, cansados, atrofiados de tanto ocultar-reprimir dicha energía, “El acumulador de orgón produce excitación vagotónica del organismo y carga la sangre de orgón, con lo cual aumenta la resistencia del organismo contra las enfermedades. Por eso se convertirá en un instrumento indispensable en la lucha contra aquellas enfermedades que consisten en una reducción de la reacciones de defensa biológica del organismo y en una contracción del aparato vital.”[8] Con estas investigaciones Reich estaba abriendo las puertas de la prevención del cáncer, al descubrir que la más eficaz prevención del cáncer está asociada a nuestra propia energía vital, y que esta misma condensada y cargada (irradiada) de nuevo en el cuerpo es una forma de limpiar, de contrarrestar los agentes tóxicos capaces de generar canceres, de mantener nuestro envase-cuerpo optimo para el flujo de nuestra energía-fuerza vital, es decir un pésimo negocio para la FDA[9] y las industrias asociadas a ella, quienes en conjunto con la CIA, a pesar de negar rotundamente la existencia de la energía orgónica, quemaron toneladas de investigación en torno a esta, encarcelando a Reich quien moriría envenenado en prisión un día antes de apelar a su sentencia.

En la lógica del capitalismo avanzado las enfermedades -en especial las masivas y las de costoso tratamiento- son el negocios de clínicas, laboratorios, hospitales, industrias farmacológicas, etc. El ingerir flúor en el agua provoca daños, principalmente porque entorpece el correcto funcionamiento de nuestro metabolismo, nos aletarga, nos zombifica (etimología africana que quiere decir sin alma), en la lógica de circulo de moebius del capitalismo las enfermedades se generan para vender el remedio, no es casual que las enfermedades de moda, insomnio, depresión, déficit atencional se traten con sucedáneos de melatonina, artificios que equilibran nuestra despotenciada glándula pineal, afectada por agentes tóxicos como el flúor, como dice una canción “nos venden lo que nosotros mismos producimos”, y que producimos por el mismísimo centro de nuestros cerebros. No digo que la fluorización del agua sea la responsable directa, ella es sólo un ápice de un entramado, que pretende debilitar, desequilibrar nuestro potencial natural, nuestra- en palabras de Reich- “fuerza orgónica”.

Notas

[1] Secretar viene de la palabra secreto.

[2] David Wilcock, presentación del libro “The Source Field Investigatión”, Investigaciones sobre el campo de la Fuente, http://www.youtube.com/watch?v=klvct1loGwg

[3] Véase el Documental “La partícula espiritual” (2010), http://www.youtube.com/watch?v=mOxhlGFj_gk

[4] En relación a esto apreciamos que las religiones que ven a Dios son las que recurren a enteógenos, mientras que la religión cristiana se caracteriza por no verlo, por ocultarlo y castigar -como en el caso de Adán y Eva- a quien ose verlo por medio de plantas, ya que si el fiel comprueba por sí mismo que Dios existe en él, se acaba la fe (el sustento de la iglesia católica), se deja por ende de ser fiel.

[5] En algunos animales como la iguana (reptiles) esta glándula evolucionó en ojo, también en algunos peces los cuales son sensibles a la luz, recordemos que los seres humanos nacemos con una parte sensible del cráneo, una mollera.

[6] “Si tenemos en cuenta que la psilocibina es el único indol de 4 sustituciones que aparece en la Tierra, podemos pensar que en realidad es algo artificial, exterior a nuestro planeta, un artefacto tecnológico procedente de una civilización muy avanzada que comprendió la biología. Si miramos el hongo desde este punto de vista, parece mucho más el resultado de un proyecto de ingeniería genética que el producto de la evolución de nuestro planeta. La morfología estructural del hongo es una red, y anticipa el sistema nervioso de los mamíferos o Internet. El hongo psilocibo parece más una herramienta para almacenar información, diseñada para sobrevivir en las condiciones del espacio exterior, viajar por el universo en esporas hasta que alcanza un ambiente adecuado, y reproducirse, transmitiendo la información de otra civilización inteligente al actuar en nuestro cerebro. Puedo imaginar algo semejante realizado por el ser humano en el futuro”. McKenna, Terence: El manjar de los dioses, Paidós, Barcelona, 1999.

[7] “Lo que me resultó sorprendente de los hongos, y que aún me parece sorprendente, es que es animado, que hay alguien que conversa con uno. Se trataba concretamente de una voz en la cabeza, que tenía sentido, y que se ocupaba de los intereses que eran más importantes para mí personalmente. Yo no estaba preparado para eso (…) reconocí que la información no era algo que yo hubiese podido generar. Esa fue la prueba de la otredad”, Mckenna, Terence, The Archaic Revival: Speculations on Psychedelic Mushrooms, the Amazon, Virtual Reality, UFOs, Evolution, Shamanism, The Rebirth of the Goddes and the End Of History, traducido para la versión en español como “La nueva conciencia psicodélica: de la alucinaciones a la realidad virtual”, Planeta Nueva Conciencia, 1994, pág. 28.

[8] Reich, Wilhelm, La biopatía del cáncer, Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires, 1985, pág., 383.

[9] Food and Drug Administration: Agencia de Alimentos y Medicamentos o Agencia de Drogas y Alimentos. Es la agencia del gobierno de los Estados Unidos responsable de la regulación de alimentos (tanto paraseres humanos como para animales), suplementos alimenticios, medicamentos (humanos y veterinarios), cosméticos, aparatos médicos (humanos y animales), productos biológicos y derivados sanguíneos.

La Singularidad

24 Nov

Un cuento de Sci.Fi metafísico, sobre la expansión del Universo en fast forward…

por Víctor Heco

Tardó en darse cuenta. Si hubiera prestado atención lo habría notado. Las cuatro cuadras que caminó hasta La Eulogia, le costaron una enormidad. Avanzaba con el cuerpo tirado hacia adelante, como empujando una etérea barrera que le ofrecía resistencia a cada paso. No había viento. El viento de agosto que recorre con furia las calles y agita los árboles hoy no soplaba. El cielo estaba despejado. Las hojas de los fresnos y plátanos permanecían inmóviles y sin embargo a él se le hacía trabajoso llegar al pub. Con un esfuerzo sobrehumano llegó a la ochava de Santa Fe y Avda. San Martín, de inmediato abrió la puerta y entonces si, la sensación de alivio lo invadió. Sintió como si hubiera escapado, a duras penas, de alguna sustancia viscosa que trataba de retenerlo, de impedirle avanzar.

El bar estaba desierto. Cosa muy rara a esa hora. Las once de la mañana, momento de café y charla intrascendente. De fútbol y política. De cigarrillos y chismes. Extraño. Ni el mozo estaba. Sobre la pared, a su espalda, un gran televisor mostraba imágenes del noticiero y de tanto en tanto las grandes sonrisas de los conductores anunciaban desgracias ocurridas aquí y en el mundo, mostrando plagas, huracanes, terremotos, mineros sepultados y escándalos del espectáculo. Avanzó con cautela. Estudiaba el ambiente. No estaba acostumbrado a ese silencio. A esa soledad. Tomó asiento junto a la ventana que da hacia la Avenida. Una ventana blanca, de esas antiguas, que se abren verticalmente, con medio vidrio. A su derecha, en diagonal veía el kiosco de Finito, justo en la esquina. También había poco movimiento. Todo muy quieto se dijo

Tal vez se distrajo. Tal vez porque era su costumbre, pensó, el mozo no lo consultó y directamente le trajo el café pero  lo cierto es que no vio nada de eso. Ni el mozo que se acercaba, ni la chica detrás de la barra sirviéndolo. Estaba mirando los coches detenidos en el semáforo cuando al dar vuelta la cabeza, vio el pocillo frente a el mientras que todo seguía solitario. Tampoco recordaba cuándo había encendido el cigarrillo, pero éste estaba humeante en el cenicero junto al recipiente con azúcar y edulcorante. Vio también dos sobrecitos rasgados en elocuente muestra de que los había volcado en la tacita. ¡Nada, no recordaba nada! ¡Qué sucede!, gritó. ¡¡ ¿Dónde están todos?!! Silencio, absoluto, opresivo y total silencio. Bajó la cabeza, trató de ordenar las ideas pero tampoco tenía ninguna. En su interior también había silencio, sólo alcanzaba a escuchar el televisor, por mas que no le prestara atención la voz le llegaba muy clara a sus oídos.

Escuchaba a alguien hablar en inglés y a pesar de no saber el idioma lo comprendía claramente. Quien hablaba parecía balbucear. Era una voz conocida. Alzó la vista y lo reconoció. Stephen Hawking, se dijo, el célebre astrofísico. Estaba explicando, con su metálica voz emitida a través de un ordenador,  su teoría acerca de que Dios, ni ninguna divinidad habían tenido nada que ver en el Big Bang. El decía que Dios no tuvo intervención cuando el infinitesimal punto conteniendo toda la materia y energía que hoy hay en el universo hizo explosión. En la colosal detonación ocurrida hace trece mil millones de años no hubo ninguna participación sobrenatural, sólo las leyes de la física. Sí, agregaba, hay un instante, inmediatamente anterior a eso en que esas leyes no se cumplen, eso se dio en llamar Singularidad. Aún no pudimos dilucidar ese hecho, agregaba el científico, pero algún día, lo sabremos. El periodista formuló una  pregunta pidiéndole precisiones sobre el Big Bang y Hawking dijo, con el lenguaje simple y llano de quien domina un tema: – Lo que ocurrió fue lo siguiente. Luego de la detonación, inmediatamente después de la Singularidad, la materia que hoy contiene el universo comenzó a expandirse. Toda la materia, la energía, la materia oscura, el hidrógeno, el helio, todo, empezó una expansión que aún continúa y los elementos químicos básicos comenzaron a combinarse y a formar las estrellas, las galaxias y los planetas. Todo surgió de ese momento mágico y, contrariamente a lo que se pensaba, la velocidad de expansión del universo continúa acelerándose. Llegará un día, dentro de millones de años, en que nuestro cielo no será tan luminoso como lo conocemos ahora, el cielo será oscuro pues las estrellas, se están desplazando.

Ese fue precisamente el momento en que se dio cuenta. ¡Claro!, dijo, ¡Es evidente! ¡¡Es eso!! Quería contarlo pero estaba solo. Su mente, que ahora si pensaba, realizó una pausa. Ordenó sus pensamientos y, reanudando la cadena de razonamientos concluyó que su dificultad para avanzar camino al pub no se debía a la debilidad o al  viento; ¡de ninguna manera! Se trataba simplemente de lo que había expresado el Dr. Hawking. Era muy simple. El café no era el café de hoy, era otro café, ¿de ayer? ¿De hace un año? Puede ser. A su alrededor, las paredes ya no eran las paredes del bar, eran las de la vieja farmacia que funcionaba en el lugar. El kiosco de Finito ya no estaba, había una vieja vinería. Al frente, el local del servicio de internet fue reemplazado por la antigua tienda Baravalle. Desapareció el semáforo, las calles eran de tierra. Lo compendió todo muy claramente. ¡El universo, su universo, había dejado de expandirse! Eso, con lo que el luchaba camino a La Eulogia, no era otra cosa que su universo en retroceso. Las cuatro cuadras que caminó desde su casa, fueron una lucha sin cuartel contra el infinito que se comprimía. Su infinito. Su espacio. Su tiempo.

Miró la mesa. Se estaba desdibujando. Tenía una extraña transparencia. Veía la mesa pero también el piso de madera entablonada. El humo del cigarrillo regresaba. La copa que rompiera quien sabe cuando, volvía a estar sana. Las cosas volvían a su lugar. El orden se restauraba. Los sobrecitos de edulcorante estaban sanos. Sus manos, ahora,  también eran traslúcidas. Su cuerpo, todo, era un simple contorno luminoso. Desde el televisor, Hawking parecía hablarle a el solamente. En este momento decía que dentro de millones de años, ese proceso de expansión se detendría y todo volvería a su punto inicial. ¡Mentira!, gritó, ¡Mentira! ¡Lo que se detiene y se contrae es el universo de cada uno, el proceso continúa, es infinito, es eterno.

Mientras gritaba eso, fue desmaterializándose. Ya no estaba en La Eulogia, con su olor a café y cigarrillos, debajo de él veía La Tierra, con sus océanos y sus nubes, pero continuaba su ascenso. Se sintió parte de todo. De la tierra, sus plantas y animales. Se asumió formando parte de cada una de las manifestaciones de vida del cosmos. En todo su ser, una total comprensión de las reglas inmutables de la creación, hizo explosión.

Se encontró admirando el espacio. Miró hacia el Sol y los gigantes planetas lejanos. Sobre un fondo oscuro, iluminados por la luz dorada de nuestra única estrella, en un magnífico claroscuro,  el perfecto mecanismo de sus órbitas realizaba su danza eterna. Pudo apreciar el proceso de formación de las estrellas. Contempló la muerte de otras. Las veía crecer hasta tamaños inimaginables y luego colapsar en una explosión dantesca, diseminado material estelar a los confines del universo. Se maravilló con la belleza de los pilares de la creación, aquellas reserva de materia cósmica  de dónde surgen las galaxias. Vio la errática orbita de los cometas, transportando agua y los elementos críticos para fundar la vida en mundos aún inexistentes. También, observó su vida, la que recordaba, ésta, la inmediata, que estaba finalizando y las que pudo tener. Supo de destinos alternativos, de mundos paralelos, de futuros probables. Experimento el dolor de sus tres fatales y consecutivos infartos. Entendió todo. Aquello que se dice, de que quien fallece puede repasar su vida era cierto. Cuando nuestro Universo comienza a contraerse también retrocede nuestro tiempo, volvemos al origen, volvemos a empezar, volvemos…

En ese momento, algo así como una voz que le transmitía con infinita ternura, se dejo oír en su esencia: -Bienvenido – le dijo a modo de saludo, Estás de regreso. No temas. Hawking pronto lo descubrirá. Yo Soy el que Soy. Yo soy la Singularidad.

Mas tranquilo, sabiéndose a salvo, se hizo uno con la creación.